Reflexiones en La Colina
Para morir
lo único que hace falta es estar vivo, nadie pregunta si estamos listos, si
queremos o preferimos dejarlo para después, es para todos sin excepción,
podemos morir en cualquier momento.
Decir
siempre lo que sentimos, no guardarnos nuestras emociones y sentimientos, si
queremos a alguien decirle que lo queremos. Ser lo más trasparente posible y
trasmitir nuestros sentimientos, tenemos más que ganar que perder.
Aun de la
peores cosas que pueden pasarnos siempre podemos sacar algo positivo, un
aprendizaje, una enseñanza para el futuro o una nueva oportunidad. Cada día nos
enfrentamos a nuevas situaciones, está de nuestro lado saber manejarlas para
determinar lo que ocurrirá después en nuestra vida, de la forma en que la
enfrentemos y obtengamos lo positivo de cada cosa de cada situación.
Nunca es
tarde para recomenzar. Lo que ya ha terminado, no se puede cambiar. Podemos
revisarlo para aprender y valorarlo. No podemos volver atrás y tener un nuevo
comienzo, pero siempre podemos recomenzar y hacer un nuevo final.
La única
manera de sanar nuestras heridas es exponiéndolas. Es como exponer nuestras
heridas al sol, ese astro que nos proporciona energía, calor y luz, sacarlas y
dejar que cicatricen esas heridas, si las escondemos se pudren y nunca se
sanan.
Cuando el
anhelo de ser libre es mayor que el miedo a exponerse, nos abrimos a experiencias que pueden reprogramar las
creencias más profundas y más negativas acerca de nosotros mismos. Es
importante tomar conciencia de nuestras estrategias de protección desarrolladas
frente a las heridas del pasado y soltar las energías reprimidas abriendo el
camino de regreso a nuestra esencia.
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